Notas y comentarios a la Divina Comedia. Infierno Canto IX
Resumen
A los temores de Dante, responde Virgilio asegurándole que ya otra vez había transitado por aquí Aparecen tres amenazadoras furias salidas de la ciudad de Dite. Episodio de la Gorgona. Interviene un mensajero celeste que sin dificultad abre con una varilla las puertas de la ciudad. Ingresan los poetas al sexto círculo en donde los heréticos son castigados en sepulcros ardientes.
IX, 1-15. Virgilio había palidecido de furia e impotencia: pero al ver la palidez temerosa del rostro de Dante, recompone el suyo con rapidez para no desanimarlo. Virgilio queda atento en espera de la ayuda divina, y sus angustiadas expresiones aumentan más aún el temor de Dante.
IX, 16-33 Dante, acuciado por el miedo, le pregunta a Virgilio si ya hubo algún otro que, proveniente del limbo de la antigüedad, hubiera descendido hasta el fondo del infierno. En realidad, trata de asegurarse de que Virgilio conozca bien el camino, lo que Virgilio no deja de entender. El relato es de composición de Dante. En la Eneida (VI, 562-565) hay un hecho similar, al momento de la llegada de Eneas a la mansión de Hades:
... Detúvose espantando Eneas absorbiendo el estruendo.
¿Qué especie de crímenes, dime, ¡oh Virgen! y qué
tormentos son estos? ¿de quién tan lastimeros gritos?
Entonces comenzó la profetiza: Ínclito caudillo de los Teucros,
a ningún justo le es lícito franquear este borde;
pero cuando Hécate me puso en custodia del Averno,
ella misma me reveló los castigos, y me condujo por todos estos sitios.
ERICTÓN, maga de Tesalia de quien habla Lucano en su Farsalia. Vivía en cavernas y en los sepulcros, y para sus augurios hacía uso de calaveras y huesos. Lucano cuenta que Erictón sacó del Infierno a la vida a un soldado muerto a fin de que predijera el resultado de la batalla de Farsalo, como lo pedía con insistencia Sexto, hijo de Pompeyo.
Virgilio se presenta como el agente de esa búsqueda, y aprovecha para destacar que descendió al centro más bajo del Infierno, y que conoce todos los caminos.
Explica también cómo el Éstige y su pantano rodean a la ciudad de Dite, a la cual ya no se puede entrar "sin ira", no sin ejercer violencia, pero también porque la ciudad de Dite es el reino de las más miserables violencias que puede ejercer un ser humano. La "ira" será el temple necesario para transitar por ella.
IX, 34-54 Las Erinias, ERINUES, son divinidades violentas que los romanos identificaron con las Furias. Nacieron de las gotas de sangre que impregnaron la tierra cuando la mutilación de Urano por Saturno. Pertenecen pues a las más antiguas divinidades. Son fuerzas primitivas que no aceptan la autoridad de los olímpicos que a ellas están sujetos, como también lo están a las Parcas o a los Destinos. Su mansión es la Tiniebla de los Infiernos, el Érebo. Son genios alados, representados con serpientes entre sus cabellos, armadas de látigos y antorchas. Son tres: Alecto, Tisífone y Megera. Su misión es vengar los crímenes, en especial las faltas contra la familia, protegen el orden social, prohíben a los adivinos liberar a los hombres de toda incertidumbre e igualarlos así a los dioses, castigan a los homicidas, y en general protegen contra las fuerzas anárquicas. Castigan los delitos enloqueciendo a los culpables o haciéndoles sufrir crímenes semejantes por manos de otros, e inflaman a los hombres para que ejerzan justas venganzas.
En la Comedia, las Furias intentan impedir la entrada de Dante a la ciudad de Dite infundiéndole terror, y por ello llaman a la Medusa a que lo haga piedra y las venguen de no haber castigado las osadías del héroe Teseo.
TESEO, QHSEUS, el gran héroe y rey de Atenas, en el sentido de jefe y conductor, paralelo y coetáneo de Hércules, cuya hazañas, tuvieron por escenario el Peloponeso. Hijo, según una tradición, del dios Poseidón, a los siete años ya dio muestras de su valentía al tomar la espada y no huir como los demás niños ante una piel de león que dejara Hércules y que parecía un animal vivo. Innumerables aventuras decoran su vida, pero la que ahora nos interesa fue su descenso a los infiernos. Junto con Perítoo buscando sus parejas, robaron a la niña Helena quien, en suertes, quedó para Teseo. Perítoo deseaba la mano de Perséfone, y temerariamente decidieron descender a los infiernos, donde Hades simula recibirlos con amabilidad ofreciéndoles un banquete, sabiendo que quien come en el Infierno ya no puede salir de él. Ambos héroes quedaron atrapados en sus asientos. Cuando Heracles (Hércules) descendió a los infiernos, quiso liberarlos, pero sólo Teseo fue autorizado por los dioses a salir de allí, y esta es la audacia, librarse del Infierno, que las Furias se reprochan no haber castigado. Fue también el verdugo del Minotauro, ver Canto XII.
IX, 55-63 GORGONA, GWRGW. Las gorgonas eran tres: Esteno, Euríale y Medusa. De las tres sólo Medusa era mortal, ala cual se da por antonomasia el nombre de Gorgona. Habitaban al extremo de Occidente, no lejos del reino de los muertos: su cabeza estaba rodeada de serpientes, tenían grandes colmillos, manos de bronce y alas de oro para volar. Eran el horror de mortales e inmortales: sus ojos echaban chispas, y el que sufría su penetrante mirada quedaba convertido en piedra. La Gorgona fue muerta por Perseo mientras dormía, y Atenea puso su cabeza en su escudo para que sus enemigos quedaran convertidos en piedra con solo ver a la diosa.
Es símbolo del terror que inmoviliza y deja indefenso al que lo padece, y en este momento del ingreso a la ciudad de Dite, donde se contemplarán las más impiadosas miserias humanas, y donde Dante tendrá que abrir los ojos y ver en sí mismo el germen de todas esas miserias, el peligro del terror puede aniquilar la razón del viaje y el viaje mismo.
PERSEO, PERSEUS, héroe argivo, antepasado de Heracles, tuvo por padre a Zeus y Dánae. Acrisio, padre de Dánae, por temor a un oráculo, arrojó al mar a la madre y a su nieto para que murieran, pero fueran recogidos por el rey Polidectes. Más tarde, Polidectes se enamoró de Dánae, pero no podía satisfacer su pasión, porque Perseo, llegado a la adolescencia, velaba por su madre. En un festín, habiéndose presentado Perseo sin un presente, el rey Polidectes le ordenó traerle la cabeza de Gorgona, sabiendo que en tal empresa había de morir. Ayudado por Hermes y Atenea, Perseo llegó a la mansión de las Ninfas que le proporcionaron unas sandalias aladas y el casco de Hades que lo volvía invisible. De las Gorgonas sólo Medusa era mortal. Perseo, bien armado por Hermes, le hizo frente, y mientras se elevaba por los aires gracias a sus sandalias, y Atenea sostenía encima de Medusa un escudo de bronce como espejo, la decapitó. Vive otras aventuras, y cuando regresa a Céfiros, descubre que Polidectes había querido violentar a su madre y le dio muerte convirtiéndolo en piedra. Luego Perseo restituye a las Ninfas las sandalias y el casco de Hades, mientras Atenea coloca la cabeza de Medusa en el centro de su escudo.
61-63 En este hermoso verso, Dante no se priva de advertirnos la importancia y, sobre todo, la gravedad del momento, y al mismo tiempo, con su habitual gentileza, asume en nosotros la existencia de un "intelecto sano", condición indispensable para entender su obra. ¿Cómo se sana el intelecto sino librándolo de los falsos conceptos aceptados sin discusión por fuerza de costumbre o por cobardía o por desidia? Enfrentar nuestra ignorancia, éso también es causa de un miedo aterrador.
IX, 64-105 A la escena del terror, sigue la calma y la armonía del arribo majestuoso del enviado celeste, quien no oculta su desprecio: Los hechos no le provocan indignación, antes cansancio y fastidio por tener que reiterar lo que todo el mundo debería saber. Con intensas imágenes del viento tempestuoso y del espanto de las ranas, Dante eleva la dignidad de la actuación del Ángel y la reacción de los demonios y delincuentes, momento que se contrapone a la violencia y al espanto de las Furias y la Gorgona. Todo este Canto es, a nuestro ver, como una arenga al lector para templar su espíritu por lo que va a venir. La lectura es purificadora, y nos hace amar a ese grandiosamente noble Ángel que representa, en sí, lo mejor de la dignidad humana.
IX, 112. En Arles, en la provenza francesa, el cementerio era famoso por las tumbas de santos allí enterrados, y muchos eran los que querían sepultarse allí.
IX, 127-129. En la época de Dante abundaban las herejías, doctrinas apartadas de la de la Iglesia: maniqueos, cátaros y albigenses, arrianos, patarinos, espirituales, y otros que testimonian de la intensa vida religiosa de la época, y también del descontrol, el caos político y la corrupción eclesiástica. Dante no se detiene demasiado en el tema y no nombra las herejías, salvo el epicureísmo en el próximo canto. El mismo Dante no oculta sus simpatía por el pensamiento de Averroes y Siger de Bravante.
miércoles, 28 de octubre de 2009
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