domingo, 18 de septiembre de 2011

EL ACENTO - sin firma

ANÁLISIS: EL ACENTO
Una esposa tradicionaL

SIN FIRMA.



Su hija Carolina ha dicho que su madre, Jacqueline Kennedy, debía estar muy dolorida, en lo más alto de su duelo por el asesinato de su marido, para decir lo que le dijo a Arthur Schlesinger. Un terrible duelo, dice la hija. Y lo que dice la viuda de uno de los presidentes más populares de la historia norteamericana no es menos terrible que su duelo. Lo hizo con la certeza de que no era una confidencia, pues estaba siendo grabado, y además se lo explicaba a un historiador reputado que, seguramente, haría uso de ello. Schlesinger fue uno de los colaboradores más próximos al presidente asesinado, de quien, además, fue amigo. Hoy llama la atención que aquella mujer que sintetizó las ansias de glamour de una época tuviera una visión tan estrecha, y tan antigua, de lo que la mujer era ya en una sociedad que estaba acogiendo la llegada de los Beatles, la minifalda, los libros de Simone de Beauvoir sobre la liberación de la mujer...

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Cuando Susan Sontag lideraba en América la lucha por un pensamiento libre y por la acción de la mujer en la vida, en la política y en la universidad. Pues en medio de ese universo en el que las cosas, como decía por entonces Bob Dylan, estaban siendo aventadas por los vientos del cambio, la mujer más moderna de la vida americana decía que "las mujeres jamás debían meterse en política", pues "no eran aptas para ello". El tiempo -y acaso la discreción que a veces favorece el silencio sobre las opiniones demasiado contundentes- guardó hasta ahora esas revelaciones que Jackie le hizo a Arthur, ambos mano a mano, en medio del dolor de la viuda más famosa de las últimas décadas de Estados Unidos y del mundo. Esas versiones de la realidad que daba la esposa de Kennedy, que luego fue esposa de Onassis, tuvieron también varios nombres propios que probablemente hubieran sonrojado a los nombrados y también al propio presidente Kennedy.

De Gaulle, por ejemplo, era, en palabras de Jackie, "un ególatra", y Martin Luther King, cuyo movimiento de liberación de los negros fue decisivo para modernizar la mente americana, era para ella "un fraude". ¿Por qué? Porque a ella le llegó, por los espías, que arreglaba encuentros sexuales con mujeres... De sí misma dice que era "una esposa tradicional". No se sabía hasta

qué punto.

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